«Think Tank» Europe-Mexique.

«Think Tank» Europe-Mexique.
*2008 Création, par Morgane BRAVO France Alumni 🇲🇽🇫🇷(IIAP/ENA), President I Founder of «Think Tank» Europe-Mexico. (Binational) *Avocat de formation, études & expérience Diplomatique, Sciences Politiques... 2002 en France, Candidate (Titulaire) aux élections Législatives, dans la 14ème Circonscription de Paris. 16ème arrondissement. « Euroblogger » UE, Commission Européenne, Conseil Européen, Parlement Européen, Conseil de l'Europe, CoR, EuroPcom... *Morgane BRAVO, from Paris, France. She's graduate Lawyer and have a Master’s degree in Diplomacy & Political Science...Diplomatic experience.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

*Mensaje con motivo del Quinto Informe de Gobierno*


En su mensaje por el Quinto Informe, el Presidente Calderón remarcó que 2011 ha sido un año de contrastes, de recuperación económica y logros sociales; pero también fue un año de eventos tristes por la violencia desatada por el crimen organizado.

Mensaje con motivo del Quinto Informe de Gobierno (en lengua de señas)

Ciudad de México, 2 de septiembre del 2011
Señor Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señor Senador José González Morfín, Presidente del Senado de la República.
Señor Diputado Emilio Chuayffet Chemor, Presidente de la Cámara de Diputados.
Doctor Leonardo Valdés Zurita, Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Doctor Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México.
Doctor Raúl Plascencia Villanueva, Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Doctor Eduardo Sojo Garza-Aldape, Presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Doctora Jacqueline Peschard Mariscal, Comisionada Presidenta del Instituto Federal de Acceso a la Información.
Magistrado José Alejandro Luna Ramos, Presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Señora y señores Gobernadores.
Señor Jefe de Gobierno.
Señoras y señores Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señoras y señores integrantes del Poder Judicial de la Federación.
Señoras y señores Presidentes de los Partidos Políticos.
Señoras y señores Legisladores.
Señoras y señores integrantes de los organismos públicos autónomos.
Señoras y señores Embajadores y miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en México.
Señoras y señores dirigentes de organizaciones empresariales, religiosas, sindicales y de la sociedad civil.
Apreciables rectores, directores, académicos e investigadores de instituciones de educación superior.
Estimadas y estimados colaboradores del Gobierno Federal.
Señoras y señores:
El día de ayer, en cumplimiento a lo establecido en la Constitución General de la República, entregué al Congreso de la Unión un informe sobre el estado que guarda la Administración Pública.
El año que ha transcurrido ha sido uno de contrastes. Por una parte ha continuado la recuperación económica, no sin sobresaltos, y se ha avanzado en el cumplimiento de las metas de política social, señaladamente la cobertura en salud.
Pero, por otra parte, hemos padecido, también, la persistencia de la violencia. En el mismo periodo, tuvimos uno de los momentos de mayor alegría como mexicanos: el Bicentenario de la Independencia  y el Centenario de la Revolución pero, también, uno de los eventos más tristes para México: un cobarde atentado contra  civiles inocentes en Monterrey, que derivó en el homicidio de 52 personas.
Tan terribles actos describen la crueldad y la barbarie que son capaces de alcanzar los criminales. Dentro de lo grave de la tragedia, vale la pena destacar que han sido capturados ya, algunos de los participantes, y que se ha identificado al resto de los homicidas.
La seriedad de los hechos me obliga a una explicación sobre lo que ocurre, no sólo en Monterrey, sino también en otras partes del país. Así como ha pasado en el Noreste, ha ocurrido, también, en otras regiones de México.
El análisis ahí de ese fenómeno nos sirve, también para entender la problemática de la seguridad en muchos puntos de la República.
La evolución de las organizaciones criminales que hoy vemos en México no es nueva. Se ha dado ya en otras partes del mundo. Quienes han estudiado el fenómeno del crimen organizado, señalan que existen al menos tres fases:
En un inicio, las bandas operan como pandillas, prácticamente, y pueden ser controladas por los cuerpos de seguridad. Más tarde, el crimen corrompe al Estado y crea complicidades dentro de éste,  lo cual le permite actuar de manera exitosa y expandir su negocio.
Finalmente, si el problema no es controlado, el crimen organizado  termina apoderándose del Estado o de algunos de sus órganos de coacción, y éstos se ponen al servicio de la delincuencia.
En su fase más extrema, nos dicen, el crimen organizado y el Estado son prácticamente lo mismo. En el caso particular, hay que recordar que desde hace décadas existieron en la frontera Norte bandas, fundamentalmente de contrabandistas, que evolucionaron a narcotraficantes.
Quizá, muy al principio, operaban como pandillas aparentemente inofensivas. Luego, evolucionaron a cárteles, con redes de corrupción dentro de las instituciones del Estado.
Surgió primero el Cártel de Matamoros, después el Cártel del Golfo y su brazo armado Los Zetas.
Se dio también, un cambio relevante en la operación de estos grupos criminales, ya no sólo buscaban proveer droga al extranjero, sino también, buscaban colocarla en México entre jóvenes mexicanos.
Fue un cambio de serias consecuencias. Del mero narcotráfico a Estados Unidos, al narcomenudeo en nuestro país. Y con el inicio del narcomenudeo vino, también, una nueva estrategia de los criminales, su expansión geográfica y su lucha por el control territorial.
Por qué.
Porque para vender su mercancía buscaron controlar bares, tienditas, giros negros a través del control y dominio de los pueblos y las ciudades donde estos se encontraban, y para ello había que controlar a su vez a las autoridades mediante la cooptación o la intimidación.
En la búsqueda de nuevos consumidores y territorios, los cárteles ya no sólo se limitaron a la frontera, sino que se expandieron por todo el país.
Para algunos, esta expansión no tendría consecuencias mientras no se tocara a los criminales. Era la lógica de que si no te metes con ellos, no pasa nada.
Ese error permitió a las bandas distribuirse rápidamente en el territorio, enquistarse en las instituciones del Estado e incluso, poner a su servicio estructuras completas de policía y de procuración de justicia en algunos lugares específicos.
Y una vez hechos del control de las autoridades de un pueblo o de una ciudad, a los delincuentes ya no les costaba ningún trabajo adicional ampliar sus actividades a otras acciones delictivas como el robo, el secuestro o la extorsión.
Es, precisamente, el caso de Monterrey, donde el incendio tuvo que ver con una extorsión en ese establecimiento al que llegaron, por cierto, un convoy de vehículos robados como las decenas, más de 50 automóviles, que se roban diariamente en Nuevo León.
Esta expansión criminal, al principio imperceptible y hoy evidente y alarmante, encontró a instituciones policiacas y ministeriales en todo el país  y en los tres órdenes de Gobierno, que no estaban preparadas para hacerles frente.
Ese es, precisamente, el riesgo que corríamos y que evitamos en México. El riesgo de que el crimen pasara a una etapa en la cual los criminales se apoderaran del Estado, lo usaran para sus fines, o de plano lo suplantaran imponiendo su arbitrio a la sociedad.
Eso es lo que, lamentablemente, vimos en una u otra medida en algunos puntos del país, y eso fue, también, lo que nos impulsó a hacerle frente con toda la determinación a las bandas criminales, no sólo en el Noreste, sino en algunos estados más de la República Mexicana.
Hay, además, otros factores que explican el alto número de homicidios, especialmente violentos que observamos. Una vez hechos del control territorial, los delincuentes buscan evitar la presencia de otros grupos criminales en la zona, defender, y lo digo entre comillas, su territorio.
Y nuevamente, la disputa territorial es también lo que explica la violencia en la frontera del Noreste, señaladamente en Tamaulipas, desde el principio de la década pasada, cuando el Cártel, entonces, Golfo-Zetas, comenzó a disputar esa zona contra el Cártel del Pacífico, dando inicio a enfrentamientos y ejecuciones cada vez más violentas.
Esta circunstancia se agravó recientemente, concretamente el año pasado, porque en 2010 hubo una ruptura entre el Cártel del Golfo y el de Los Zetas, que han protagonizado entre sí una de las más cruentas disputas que se tenga registro.
Esta lucha intestina explica, por ejemplo, en buena parte, el preocupante incremento de los homicidios violentos en 2010 y 2011, incluyendo el asesinato bárbaro de migrantes en San Fernando, a quienes Los Zetas dicen haber confundido con integrantes del grupo rival.
Como en otras regiones de la República, esta delicada situación motivó que las Fuerzas Federales implementaran el Operativo Noreste, como otros operativos que han implementado y que ha golpeado contundentemente a ambas bandas criminales, pero que no ha logrado aún reducir sensiblemente los niveles de violencia, como sí lo han podido hacer, por ejemplo, en Tijuana, primero, y ahora poco a poco en Ciudad Juárez.
Lo que más nos preocupa es que los criminales se meten con la gente. Se meten con la gente para extorsionar, para secuestrar, para amenazar. Y por eso actuamos, para defender a las familias.
Pero debo advertir, sin embargo, que esta sensación generalizada de temor y de debilidad institucional, también ha generado cierta parálisis en algunas autoridades y/o policías del país, provocando que se disparen los delitos del orden común, haya o no presencia del crimen organizado.
De ahí la urgencia de reconstruir y fortalecer a nivel estatal los cuerpos policiacos y ministeriales, y hacerlos confiables y eficaces. Hay que recordar que tan sólo el robo, sigue representando más del 80 por ciento de los delitos que se cometen a diario en todo el país. Es así como llegamos a esta situación.
La inseguridad es un problema complejo, con raíces muy profundas, y también, de muy larga incubación.
Pensar que el problema se gestó de la noche a la mañana y empezó con esta Administración, es tan equivocado como suponer que al retirar a las Fuerzas Federales o al concluir la presente Administración desaparecerá por sí mismo.
La única manera de terminar verdaderamente con este cáncer es perseverar en la estrategia.
Hay quien dice que la violencia es consecuencia de la acción del Gobierno. No es así. La violencia se da no por la intervención de las Fuerzas Federales, al contrario, las Fuerzas Federales intervienen donde hay violencia y porque hay violencia en un lugar determinado.
La acción del Estado así, contra los criminales es una consecuencia y no una causa del problema. La violencia se da por la expansión del crimen organizado. Y en ese marco, la presencia de las Fuerzas Federales no es parte del problema, sino parte de la solución.
Y quiero hacer un reconocimiento a la lealtad y al patriotismo  de las Fuerzas Armadas en México: al Ejército y a la Marina. Su participación firme y valiente ha sido decisiva en la defensa de México.
Igualmente, a los policías Federales, ministeriales y Ministerios Públicos honestos, que arriesgan su vida todos los días por el bien de México.
También, hay quien supone que si el Gobierno Federal no hubiera actuado en contra de estas mafias, no hubiera pasado nada. No hubiera habido violencia ni delitos. Ese es otro error muy común. Por el contrario. Fue, precisamente, el no actuar a tiempo lo que permitió alcanzar el poder que hoy tienen los criminales.
Y es absurdo suponer, también, que si el Gobierno se retira de esa lucha, los delincuentes van a dejar de asesinar o de delinquir, o de expandir su ámbito de influencia hasta dominar las estructuras de poder.
Al contrario, de no haber hecho nada, en lugar de la utópica tranquilidad que algunos imaginan, el país estaría totalmente dominado por los cárteles. El crimen habría crecido hasta hacer inoperantes las instituciones del Estado y ponerlas a su servicio.
Y algo más importante: No habría quien les hiciera frente a esos grupos, dejando a las familias mexicanas a merced de los criminales.
Ceder la plaza, no meterse con ellos, mejor no moverle, seguir con la administración de la ilegalidad y la simulación de la justicia, nos hubiera llevado al envilecimiento de la sociedad, nos hubiera llevado al Gobierno de los criminales.
Los cárteles controlarían decisiones y recursos del Estado y de la sociedad. Eso habría significado simple y llanamente, perder al país. Y eso no ocurrirá, no mientras se les siga haciendo frente con firmeza y en lo cual mi Gobierno está y estará plenamente comprometido hasta el último día de mi mandato.
Por el contrario, si perseveramos en este esfuerzo, es que lograremos contener y dominar a los criminales hasta vencerlos y hacerles entender que no pueden meterse con la gente inocente, y que quien lo haga, pagará severamente las consecuencias.
Desde luego que el objetivo del Gobierno Federal es recuperar la seguridad pública y reducir los niveles de violencia. Esa es nuestra meta.
Y yo me pregunto, al igual que muchos de ustedes, qué necesitamos para lograrlo.
Y la respuesta es una estrategia integral o más precisamente los tres componentes que integran nuestra estrategia de seguridad:
Primero. Enfrentar y someter a los criminales.
Segundo. Construir una nueva institucionalidad en materia de seguridad y justicia.
Y tercero y más importante. Reconstruir el tejido social lesionado por la falta de oportunidades para los jóvenes, la desintegración familiar y social, y la pérdida de valores.
Como el primer componente. De lo que se trata es de poner un alto a la impunidad cínica con la que se comportan las organizaciones delictivas, el desplante con el que se asumen dueños de nuestros pueblos, de las ciudades, de las carreteras, de las calles, como lo hicieron, precisamente, los asesinos de Monterrey.
Eso es algo que no podemos permitir. Por eso, hay que enfrentarlos y hay que someterlos. Y hay que enfrentarlos con toda la fuerza del Estado y con lo mejor que tenemos, que son nuestras Fuerzas Armadas, que son nuestras instituciones Federales, que son las fuerzas públicas reintegradas en muchos estados de la República.
Hasta hoy, han sido capturados o abatidos en su captura 21 de los 37 líderes criminales más peligrosos que operaban en México, y vamos por el resto de ellos. Y no se trata sólo de los líderes, sino de toda su estructura. Y, además, debemos y vamos a hacerles saber que las calles son nuestras y no de ellos.
Con el segundo elemento, el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y justicia, buscamos construir el andamiaje institucional necesario, no sólo para detener a los delincuentes, sino para garantizar que la justicia y la paz sean duraderas.
Construir instituciones fuertes es la clave de la solución definitiva. Estamos desarrollando una policía con mayor capacidad de información e inteligencia, con herramientas muy valiosas como Plataforma México, que tiene bases de datos de rostros, de huellas dactilares, de vehículos, de muchas otras, y que nos han permitido encontrar a los delincuentes, en muchos casos, precisamente, también, en el caso del casino de Monterrey.
Estamos, también, depurando y modernizando a la Policía Federal. En casi cinco años hemos pasado de poco más de seis mil elementos a casi 35 mil, y siete mil de ellos son jóvenes con una carrera profesional terminada, y orientados a las labores de información y de inteligencia.
Y en el trabajo por fortalecer nuestras instituciones, hoy quiero anunciar que este año estamos acelerando, y vamos a profundizar, la depuración y el fortalecimiento de la Procuraduría General de la República. Lo haremos con un intenso programa que busca elevar las capacidades del personal de la Policía Ministerial y, desde luego, de los Ministerios Públicos de la Federación.
Mi compromiso es concluir el sexenio con instituciones Federales de seguridad y procuración de justicia renovadas, confiables y conformadas por elementos honestos y bien capacitados.
Es muy importante que este esfuerzo se siga replicando a nivel local. Y aquí quiero reconocer los avances que los señores Gobernadores han logrado en varias entidades federativas.
Gracias al trabajo responsable de muchos Gobernadores y Jefe de Gobierno, la mayoría de los titulares de seguridad pública y fiscales estatales, han pasado por pruebas de evaluación y control de confianza.
Sin embargo, hay estados que presentan un rezago significativo en el cumplimiento de estas obligaciones y compromisos. La mayoría aún no cuentan con unidades antisecuestro confiables,  e incluso, hay entidades que aún no tienen un Centro de Evaluación y Control de Confianza.
Me preocupa que al ritmo que llevamos, sólo cuatro estados de la República habrán concluido la evaluación y control de confianza de todo su personal policial en el plazo que nos marca la Ley de Seguridad Pública.
Yo quiero proponerle a la y a los señores Gobernadores, y al señor Jefe de Gobierno, que hagamos todo lo que tengamos que hacer, en particular, ampliar los Centros de Control de Confianza a nivel estatal, y nos pongamos una meta: Que a más tardar en el mes de mayo del próximo año, todos los mandos medios y superiores, y al menos la mitad de todos los elementos operativos de las corporaciones policiacas y ministeriales, hayan aprobado las pruebas de control de confianza.
Les propongo y pido que aceleremos el paso porque así lo exige la dramática situación de inseguridad que se vive en muchas entidades de la República.
Es necesario, también, que el Congreso dote a los gobiernos y, en particular, a las Fuerzas Federales, de plena certidumbre jurídica en su actuar, y de atribuciones legales indispensables  para enfrentar la delicada situación que hoy vivimos.
De la misma forma, necesitamos avanzar en la aprobación de leyes como la del Combate al Lavado de Dinero, la del Mando Único Policial, la Iniciativa de Ley Anticorrupción, la Iniciativa de Cadenas Delictivas, que permitirá, por ejemplo, que un miembro de un grupo delictivo también pague por los delitos que cometa ese grupo al que pertenece.
Existen, además, otras iniciativas, como la que sanciona el robo de combustibles, o la que propone cadena perpetua para secuestradores que mutilan o asesinan a sus víctimas, que son iniciativas que presenté hace varios años y que no han sido resueltas.
También, es indispensable que el Poder Judicial, tanto en el ámbito Federal como estatal, revise sus estructuras e integrantes. Reitero: No tengo la menor duda de la honestidad de la gran mayoría de los jueces y magistrados, pero debemos ser conscientes de que el Judicial, como todas las instituciones, enfrenta la amenaza del poder corruptor de la criminalidad.
Además, debemos cerrar la brecha entre la verdad real y la verdad legal. Porque la verdad real, la que le duele al pueblo, es que haya delincuentes que terminan en libertad sin pagar por sus delitos, con el argumento de que los elementos que se aportan, no se ajustan a los criterios sostenidos al impartir justicia.
Finalmente. El tercer componente de la estrategia es: Reconstrucción del tejido social, y estamos trabajando para fortalecerlo.
Para corregir de fondo el problema, el de la seguridad, debemos generar mayores oportunidades. Mayores oportunidades educativas, de esparcimiento, de trabajo, en particular, mayores oportunidades de formación y educación para los jóvenes. Y por eso, en este Gobierno hemos dado un fuerte impulso a la creación de bachilleratos y universidades.
Por otra parte, estamos trabajando en prevención y tratamiento de adicciones. Hemos invertido ya casi cinco mil millones de pesos para conformar una de las redes de prevención, atención y tratamiento de adicciones más grande del mundo.
En acciones preventivas, se ha capacitado a más de medio millón de promotores Nueva Vida entre maestros, padres de familia y jóvenes.
Y en acciones de atención primaria, hemos creado los Centros Nueva Vida, 320 nuevos Centros Nueva Vida, con lo cual nos permitirá darle esa atención primaria a quien lo necesite.
La recomposición del tejido social es lo que realmente le va a dar una solución estructural al problema de la seguridad, pero también, hay que reconocerlo, es la que más tiempo tardará en rendir los frutos deseados.
He manifestado, y reitero ahora, mi franca disposición para escuchar alternativas y propuestas, y para que, sin abandonar la lucha, hagamos los ajustes que las cambiantes circunstancias nos aconsejen hacer.
Y por eso, he estado y estaré siempre dispuesto a escuchar y a dialogar con todas las voces, porque todo mundo tiene algo que aportar para resolver este problema.
Hay un tema que los Diálogos con la Sociedad nos han permitido valorar en toda su magnitud. Me refiero a las víctimas de la violencia criminal, a las víctimas inocentes, a los secuestrados, a los asesinados, a los desaparecidos, a los fallecidos en un tiroteo, a los jóvenes, a los padres de familia, a los periodistas, a los soldados, a los marinos, a los policías. Todos los que han muerto a consecuencia de esta violencia criminal.
Por ellas y por ellos y en su memoria, quiero pedirles a ustedes que guardemos un minuto de silencio.
(MINUTO DE SILENCIO)
Tengo la profunda convicción de que las víctimas deben ser el centro de nuestra atención, y por eso, hoy quiero anunciar la creación de la Procuraduría Social para la Atención de Víctimas de la Violencia, que va a unificar y a potenciar la atención del Gobierno Federal, a quienes han sido lastimados por la violencia de los criminales.
Se trata de identificar a cada una y a cada uno de ellos, fortaleciendo el protocolo que ya se ha suscrito entre las Procuradurías de Justicia del país. Focalizar la búsqueda de quienes han desaparecido a manos de criminales, prestar asistencia a sus familiares y acompañarlos en el doloroso proceso de exigir justicia.
Con la Procuraduría Social integrada, y operando de la mano con la sociedad civil, daremos un paso fundamental para cerrar las heridas que se han abierto en el país, y para avanzar en el camino hacia un México de paz, con justicia.
Debo hacer aquí, además, un paréntesis. Al igual que a todos los mexicanos, me indigna el nivel de opacidad y corrupción que la tragedia de Monterrey ha dejado traslucir.
Y por eso, he girado ya instrucciones terminantes a las Secretarías de Gobernación, de Función Pública, de Hacienda y a la Procuraduría General de la República, para que, además de los operativos que ya se han realizado en diversos casinos de esa ciudad y del país, revisen escrupulosamente la operación de todos estos establecimientos en la República.
Que verifiquen el estricto cumplimiento de la ley y que procedan, sin miramientos, contra quienes operen al margen de la misma, incluyendo la clausura de establecimientos.
Les he instruido, también, para que investiguen las evidencias de posibles casos de corrupción, y que quien haya violado la ley, sea quien sea, del partido u orden de Gobierno que fuere, afronte las consecuencias.
En cualquier caso, más allá de esta problemática, no debemos confundirnos ni perder de vista que la mayor amenaza para las instituciones y para el futuro de México, es ese crimen organizado que extorsiona, que incendia y que asesina, sin escrúpulo alguno, a personas inocentes.
Señoras y señores:
Sabemos que, como cualquier obra humana, en nuestra tarea hemos tenido aciertos y errores, pero les puedo asegurar, en conciencia, que México está actuando con toda su capacidad como Estado organizado para hacer frente a un problema que, por otro lado, es un desafío de carácter internacional.
Parte del problema que vivimos los mexicanos tiene que ver con nuestra vecindad con el mayor consumidor de drogas en el mundo, que paga a los criminales miles y miles de millones de dólares al año para satisfacer su enorme demanda de drogas.
En el ámbito internacional, la corresponsabilidad exige no sólo enfrentar juntos este problema, sino que exige, también, una solución que reduzca sustancialmente esas exorbitantes rentas, porque lo que fortalece a los criminales y les da el poder de corrupción y las armas con las que siembran de muerte al país, es precisamente, ese dinero.
En suma, señoras y señores, los mexicanos estamos luchando por construir un país de leyes y de libertades, y en ese empeño, claudicar no es opción. Las capacidades, la organización, la disciplina, la lealtad, el armamento de nuestras fuerzas del orden son muy, muy superiores a las de los delincuentes.
Por eso, por muy difícil que parezca la lucha. Ténganlo por seguro, vamos a vencer a esos criminales.
Unidos somos más fuertes que cualquier reto y unidos construiremos un México de paz con justicia.
Un elemento clave del bienestar social es el crecimiento económico. México requiere construir una economía competitiva que genere los empleos que tanto necesitamos.
Y para lograrlo, era fundamental remover los obstáculos que impedían a las empresas y a la economía en su conjunto, crecer más rápidamente. Había que convertir a México en un destino natural para las inversiones del futuro.
Y de esta manera nos planteamos poner a la economía en la ruta del crecimiento y de la generación de empleos.
El año pasado se generaron más de 800 mil empleos formales netos, es decir, ya descontadas las bajas y las renuncias. Y en lo que va de 2011, se han creado casi medio millón de empleos formales netos más. Sin embargo, sé muy bien que el empleo generado es todavía insuficiente para satisfacer la necesidad de trabajo de muchas familias.
Sé de las dificultades que muchos padres enfrentan para encontrar un empleo mejor pagado, uno que les permita brindar a sus hijos la oportunidad de estudiar y de progresar.
Este gran esfuerzo que millones y millones de mexicanos realizan día con día debe ser respaldado por el Gobierno.
La clave está en crear las condiciones para generar y atraer lo único que verdaderamente genera empleos permanentes y que es la inversión, inversión pública o privada, inversión nacional o extranjera, inversión que abra más y mejores oportunidades de progreso para los mexicanos.
Qué le corresponde hacer al Gobierno para detonar la inversión y generar más empleos.
Tener en orden la economía, alinear las políticas públicas hacia la competitividad y brindar certeza jurídica a las empresas. Eso es, precisamente lo que hemos hecho.
Hemos garantizado la estabilidad económica, porque sin estabilidad no hay crecimiento, y sin crecimiento, no puede haber empleo.
Gracias al esfuerzo de todos los mexicanos, hoy tenemos finanzas públicas sanas y un sistema financiero sólido. Ello nos permite afrontar y superar las muy difíciles condiciones que vemos en la economía internacional.
La Banca Mexicana tiene un nivel de capitalización de más del doble de lo que está recomendado internacionalmente. La deuda externa del sector público se encuentra en niveles históricamente bajos.
Debemos recordar, por ejemplo, que en 1986 la deuda externa llegó a representar más del 60 por ciento del Producto Interno Bruto. Hoy, la deuda pública de México apenas alcanza, la deuda externa, apenas alcanza el nueve por ciento del Producto Interno Bruto.  La deuda pública total del país es, apenas, la tercera parte del promedio de la deuda de los países de la OCDE.
Por su parte, las reservas internacionales llegaron el día de ayer, a casi 137 mil millones de dólares, que es la cifra más alta de la historia, y que es suficiente para cubrir 2.3 veces, más del doble que el total de la deuda externa del Gobierno Federal.
Por otra parte, hemos alineado las políticas públicas hacia la competitividad. Y lo que hemos hecho ahí son varias cosas:
Primero. Para potenciar uno de nuestros principales activos, hemos  invertido en las personas, hemos invertido en capital humano, en valor humano.
Hemos abierto el mayor número de universidades e institutos tecnológicos, y el mayor número de bachilleratos técnicos en la historia del país, para que nuestros jóvenes se preparen y puedan tener trabajos más especializados y mejor pagados.
Gracias a este esfuerzo, hoy, cada año se gradúan en México más de 100 mil ingenieros o técnicos; es decir, más que en Alemania, más que en Canadá, más que en Brasil.
Segundo. Hemos impulsado fuertemente la infraestructura. En menos de cinco años hemos construido, ampliado y mejorado 16 mil 500 kilómetros de carreteras. Una cifra histórica.
Hemos modernizado aeropuertos y puertos, tanto comerciales como turísticos. Terminamos la Reconfiguración de la Refinería de Minatitlán. Y gracias a la inversión que hemos hecho en PEMEX, hoy hemos logrado recuperar una tasa de reposición de reservas totales que ya es superior al 100 por ciento de las reservas totales.
Dije que este sería el sexenio de la infraestructura, y hoy, ya éste es el sexenio en el que más se ha invertido en infraestructura en el país que se tenga registro.
Tercero. Hemos quitado trabas burocráticas a emprendedores. En 2006, México ocupaba el lugar número 73 en el Índice de Facilidad para hacer Negocios del Banco Mundial, y hoy hemos avanzado al lugar número 35. Ya somos el país con mayores facilidades para hacer negocio en toda América Latina, y estamos por encima de los BRIC´s, de Brasil, Rusia, India y China, que son nuestros principales competidores.
Cuarto. Hemos detonado más crédito que nunca a las pequeñas y medianas empresas. Hemos multiplicado por seis lo que se alcanzó en todo el sexenio anterior, beneficiando a más de 300 mil PyMES.
Quinto. Hemos mantenido nuestro compromiso con una economía abierta al comercio mundial, lo que le ha dado una enorme eficiencia y empuje a nuestros emprendedores.
Eso ha permitido que México se vuelva más competitivo. La proporción de productos mexicanos en el total de las importaciones de Estados Unidos, por ejemplo, pasó del 10 por ciento en 2006 a casi 13 por ciento en este 2011, generando con ello miles de empleos vinculados al sector exportador.
Sexto. Hemos impulsado, y aquí quiero reconocer el apoyo responsable del Poder Legislativo, reformas estructurales: la Reforma al Sistema de Pensiones, la Reforma Hacendaria, la reforma para fortalecer nuestra industria petrolera.
En este año, concretamente, se han aprobado por el Congreso de la Unión dos reformas vitales para seguir impulsando la competitividad interna: las reformas a la Ley de Competencia Económica y la Ley de Acciones Colectivas.
Se trata de reformas que se necesitaban hacer desde hace décadas, porque impulsarlas, quizá se pospusieron porque enfrentaban privilegios e intereses. Aún así, decidimos impulsar y emprender estos cambios que benefician a la mayoría de los mexicanos.
Séptimo. Seguimos con el proceso de apertura del sector de telecomunicaciones, fortaleciendo a las autoridades y licitando nuevas frecuencias que propician la entrada de nuevos competidores. En telefonía móvil, en Internet, en televisión de paga los consumidores han visto este año importantes reducciones en sus pagos, gracias a que hay mayor competencia.
Sé que falta mucho por hacer y que debemos redoblar el paso. En particular, hace un año exactamente publiqué un Decreto para acelerar la transición hacia la televisión digital, y con ello, elevar la calidad y ampliar la competencia en este sector.
Desafortunadamente, controversias constitucionales del Congreso, avaladas en la Corte, han suspendido este importante proceso que es vital para la apertura del sector y para la modernización económica, social y política del país.
Yo exhorto, respetuosamente, a la Comisión Federal de Telecomunicaciones, al Congreso, a la Suprema Corte, a no frenar y por el contrario, acelerar esta transformación y decidir ya, en definitiva, la procedencia o no de ese proceso de transición digital.
En estos cinco años, los mexicanos hemos tenido que sortear grandes obstáculos. A mitad del sexenio enfrentamos la peor crisis económica que las generaciones presentes tengan memoria.
Esto marcó una de las recesiones más severas en la historia económica de México, golpeó severamente a las empresas y redujo el ingreso de las familias.
Había que hacerle frente al problema, y por eso, expandimos temporalmente el gasto público, aceleramos la inversión en infraestructura, ampliamos los programas de Empleo Temporal, creamos el Programa de Paros Técnicos, para evitar el despido masivo de trabajadores del sector exportador, multiplicamos el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, financiamos la reestructura de pasivos de empresas generadoras de empleo.
Y hay que destacar que todas esas medidas se tomaron cuidando las finanzas públicas y sin sobreendeudar al país.
Qué logramos con ello.
Reducir el impacto de la crisis en la economía mexicana. Por ejemplo, en 1995, con una crisis similar, que si bien es cierto no se generó en el ámbito internacional, sino por el descuido interno de las principales variables macroeconómicas, entonces se perdieron 10 de cada 100 empleos formales. En contraste, en 2009 se perdieron dos de cada 100 empleos formales.
De cualquier manera, el golpe de la crisis fue muy severo, no sólo por los empleos que perdimos, sino por los que dejamos de generar. A los mexicanos nos tomó más de año y medio recuperar el empleo y llevarlo a los niveles previos a la crisis.
Sin dejar de reconocer esos desafíos. Hoy, puedo decirles que gracias al empeño de todos, nuestra economía está saliendo adelante; que a pesar de las adversidades, México ha seguido elevando su competitividad, consolidándose como un destino confiable para invertir.
Incluso, en un entorno global, donde muchos países han visto caer drásticamente los flujos de inversión, en lo que va de esta Administración, México ha logrado atraer más de 100 mil millones de dólares adicionales de inversión extranjera directa.
Otro signo de la buena marcha de la economía es, como he dicho, el aumento de las exportaciones y su consolidación en sectores de alto valor agregado, como  el automotor, el aeroespacial, el de tecnologías de la información.
Y seguimos sumando esfuerzos para fortalecer el enorme potencial turístico del país. Hemos destinado casi siete mil millones de pesos a obras de infraestructura turística. Este año, 2011, lo hemos declarado Año del Turismo, y hemos concretado un acuerdo inédito entre el sector público y el privado, los gobiernos locales y el Federal, para que hacia 2018 México sea uno de los cinco países más visitados del mundo.
Por lo que hace al campo, en cinco años hemos destinado 1.27 billones; es decir, 1.27 millones de millones de pesos a las áreas vinculadas al sector rural, 60 por ciento más que el sexenio anterior, consolidando a México como una potencia  exportadora, con ventas al exterior de casi 16 mil 400 millones de dólares anuales.
Sé que aún estamos lejos del punto de llegada, pero debemos seguir en la ruta de la transformación de nuestro aparato productivo. El Gobierno Federal seguirá manteniendo una conducción responsable y firme de la economía.
Qué más tenemos que hacer para crecer más rápido y para generar más empleo.
Necesitamos reformar nuestra economía. Necesitamos reformas legislativas y administrativas que hagan más competitiva a la economía mexicana. Hoy, el mundo nos brinda una lección muy importante.
Veamos. Muchas naciones están tratando de evitar la quiebra de sus economías; están teniendo que hacer dolorosos ajustes, como reducir las pensiones de sus jubilados, reducir los salarios de sus trabajadores, eliminar las becas y subsidios educativos, realizar despidos masivos de empleados públicos, y otras medidas drásticas.
México no.
Por qué.
Porque actuamos a tiempo y actuamos prudentemente. Y mientras estas economías están teniendo que actuar drásticamente y bajo la presión de la crisis, en México tenemos un contexto de estabilidad que nos permite hacer cambios y decidir, sin sobresaltos, tomar las decisiones estratégicas para el futuro.
Lo quiero decir con toda claridad: Éste es el mejor momento para aprobar las reformas estructurales que nos permitan asegurar el crecimiento de las próximas décadas. Es, además, ya indispensable, si no queremos ver afectada la economía mexicana ante otra crisis internacional.
La Reforma Laboral, que permitirá generar más y mejores empleos para mujeres y para jóvenes, y que cuenta ya con un gran consenso en el Congreso, debe aprobarse ya. No podemos perder más tiempo.
O la de Asociaciones Público-Privadas, que dará un renovado impulso a la infraestructura, y que presenté hace dos años, tampoco encuentro razón para que se siga difiriendo.
México debe seguir adelante, y debe seguir en esta ruta de transformación hacia la competitividad, hacia el crecimiento acelerado y al empleo.
Debemos seguir generando condiciones para un crecimiento dinámico y sostenido. Nuestro futuro depende de ello. El mundo no nos va a esperar, y mañana puede ser demasiado tarde.
Desde el inicio de la Administración nos comprometimos a buscar la igualdad de oportunidades. Por esa razón, la política social se ha enfocado a que los mexicanos, en especial los más pobres, puedan hacer realidad los derechos sociales que ha marcado la Constitución, y que ha marcado durante muchas décadas como una aspiración de los mexicanos.
Hoy estamos convirtiendo muchos de esos derechos en realidad: el derecho a la salud, el derecho a la educación, el derecho a la vivienda, el derecho a la alimentación.
Hemos trabajado para que la gente pueda desarrollar capacidades que le permitan salir adelante con su propio esfuerzo. Desafortunadamente, el aumento inusitado de los alimentos en 2008 y luego otra vez en 2011, y la crisis económica a nivel mundial de 2009, afectaron sensiblemente el ingreso de las personas, en especial, de los más pobres. Eso ocurrió en todo el mundo.
Para amortiguar ese impacto, nos propusimos compensar la pérdida aumentando más que proporcionalmente la ayuda que damos a este sector, a través de programas como Oportunidades y Apoyo Alimentario.
Nuevamente, con el respaldo corresponsable del Congreso, fortalecimos y ampliamos los programas sociales. Pese a las limitaciones presupuestales, logramos concentrar recursos públicos en el mejoramiento de condiciones de vida de los que menos tienen.
Algunos de los frutos que sí logramos de ese esfuerzo, los podemos ver ya, por ejemplo, en salud. Una de las mayores injusticias de nuestra sociedad es que sólo, hasta hace poco, quien tenía dinero podía ir al médico y curarse en casos especialmente graves.
Los más pobres, o los que no tenían un trabajo formal, y que son la mayoría de los mexicanos, estaban expuestos a enfermar gravemente o a morir. Las familias tenían que sacrificar todo, endeudarse más allá de sus posibilidades, para atender a un hijo enfermo; es decir, la falta de seguro médico empobrecía aún más a los más pobres.
Y por eso tomamos una decisión: Igualar las oportunidades de la gente para tener acceso a servicios de salud, fundamentalmente a través del Seguro Popular.
Este principio de elemental justicia nos hizo dar un salto histórico hacia la cobertura universal de salud; es decir: médico, medicinas, tratamiento y hospital para cualquier mexicana o cualquier mexicano que lo necesite.
Para ello, en los últimos 10 años aumentamos la cobertura de 45 millones de mexicanos a más de 100 millones de mexicanos, que es el número de personas cubiertas por algún esquema de salud pública y, además, tan sólo en esta Administración, hemos construido más de mil hospitales o clínicas totalmente nuevos, y hemos ampliado y remodelado otras dos mil más.
Hoy, quiero anunciar que este mismo año, 2011, alcanzaremos la cobertura universal de salud, que es un logro singular al que aspiran todas las naciones y que pocas lo han conseguido.
A partir de la cobertura universal, sé que habrá que mejorar, y mucho la calidad y la calidez en el servicio. Sé también que esa es una de las principales quejas de la gente, y junto con los gobiernos locales habremos de encargarnos de ello.
Junto con la salud, la educación es un factor indispensable para el bienestar y el progreso. Por eso los mexicanos emprendimos una cruzada por la calidad educativa, una cruzada por la calidad de la enseñanza, centrada en el mejoramiento de los docentes, en el remozamiento de las escuelas básicas, en el reforzamiento de los planes de estudio, en la evaluación de los alumnos.
Por primera vez, las plazas de maestro se concursan y se asignan al más competente. Modificamos la Carrera Magisterial para que el aprendizaje del alumno sea el factor más importante en la entrega de incentivos a los profesores, y ahora vamos a evaluar, por primera vez, a las maestras y a los maestros de México.
Además, para que los niños y jóvenes no abandonen sus estudios por falta de dinero, hoy, más de seis millones de jóvenes o niños tienen el apoyo de una beca federal. Esto es, uno de cada cuatro alumnos en las escuelas públicas.
Y algo muy importante. Hoy, por primera vez en la historia, todas las niñas, todos los niños entre los seis y los once años de edad, tienen ya asegurado un lugar en la primaria; es decir, también alcanzamos cobertura universal en educación primaria en el país.
Estamos dando la mayor prioridad a la educación tecnológica, porque eso permite asegurar mejores empleos a los jóvenes. En estos casi cinco años hemos construido 96 nuevas instituciones de educación superior, entre universidades, tecnológicos, universidades tecnológicas, etcétera; de ellas, 87 están orientadas a la ciencia y la tecnología.
Y hoy quiero anunciar que vamos a cerrar el sexenio con 100 nuevas instituciones tecnológicas de educación superior en el país; es decir, completaremos la centena completa de centros superiores y universitarios orientados a la tecnología. Además, hemos creado, en apoyo de los estados, 50 campus adicionales a otro tanto número de universidades existentes y hemos financiado 400 obras de ampliación en otras más.
Así como fortalecemos la salud, así como fortalecemos la educación de los mexicanos, también hemos hecho esfuerzos para proteger la economía y mejorar la calidad de vida de los hogares más pobres.
En medio de la adversidad económica, ampliamos Oportunidades, ampliamos Apoyo Alimentario, y pasamos de cinco millones de familias beneficiarias, a seis y medio millones de familias beneficiarias, una cifra sin precedentes.
Los apoyos de los programas, además, cuyo monto promedio también aumentamos, lo aumentamos, el apoyo de Oportunidades, 70 por ciento en promedio en este sexenio, ayuda a la gente más pobre a atender sus necesidades más apremiantes.
Una de las condiciones para que las familias puedan elevar su calidad de vida es tener casa propia.
Antes, sólo las personas, los profesionistas o los empleados de mayor ingreso eran los que podían acceder a un crédito de vivienda. Hoy, quiero destacar que la mayoría de los créditos se otorgan a personas que ganan menos de cuatro salarios mínimos.
Cabe destacar, por ejemplo, que al INFONAVIT le llevó 28 años entregar sus primeros dos millones de créditos. En esta Administración, en menos de cinco años ya hemos entregado dos millones de créditos; es decir, hemos igualado y superado esa cifra.
Y sumando el esfuerzo de todos los organismos de vivienda, se ha financiado la adquisición de una casa a tres millones de familias, entre FOVISSSTE, INFONAVIT y CONAVI.
Gracias a ello, una generación de mexicanos ya tiene un patrimonio que no tuvieron sus padres. Además, el próximo año vamos a terminar de ponerle un piso firme, un piso de concreto, a todas las casas que en 2005 se registraron como que carecían de él, por parte del INEGI.
Gracias, también, amigas y amigos, a la política social, hemos mejorado condiciones de vida de familias, a través de medidas que se tomaron en la crisis, o ante la crisis económica internacional.
Tuvimos problemas y hubo una baja en el ingreso de la gente, pero también, el Censo demuestra, el Censo de Población y Vivienda, revela que a pesar de esa crisis, a pesar de la adversidad, las familias mexicanas registraron elementos de mejora en varios indicadores.
Por ejemplo, sus resultados revelan que hubo mejoras importantes en el acceso a servicios de salud y de educación, que las hubo en la ampliación del parque habitacional del país, y en la disposición de agua potable, energía eléctrica, alcantarillado y piso firme.
Algo importante, es que estas mejoras fueron más significativas en los municipios más pobres del país. No obstante estos avances, sé que estamos muy, muy lejos aún de resolver los problemas de pobreza y de desigualdad en México.
No desconocemos la gravedad del desafío, ni la urgencia de su atención. Hay cientos de miles de personas que se ven en la necesidad de emigrar en busca de trabajo digno.
Hay millones de mexicanos que viven en pobreza extrema y que no pueden cubrir sus necesidades más elementales. El reto es grande, es cierto, pero, afortunadamente, no partimos de cero. La política social beneficia ya a millones de familias, y hoy los mexicanos debemos seguir adelante.
Debemos consolidar los avances en salud, en alimentación, en educación, en vivienda, en servicios básicos. Si seguimos por ese camino, en el mediano plazo habremos desterrado no sólo la insalubridad, sino también la pobreza extrema en México. E incluso, debemos acelerar el paso y diseñar, entre todos, las políticas públicas que nos permitan reducir ese plazo y abatir, lo más pronto posible, la pobreza extrema.
Es claro, también, señoras y señores, que el bienestar de las generaciones presentes debe darse sin comprometer a las generaciones del futuro. Y, por ello, es vital proteger nuestros recursos naturales.
Pusimos en marcha importantes apoyos para el aprovechamiento sustentable de los recursos forestales. Por ejemplo, ProÁrbol, que es un esquema de Pago por Servicios Ambientales, que nos ha permitido retribuir a quienes conservan nuestros bosques y selvas.
Las comunidades indígenas, por ejemplo, o comunidades rurales, ahora protegen el bosque o la selva donde viven y, por esa sola razón, reciben un pago, a través de ProÁrbol.
Con esas acciones, por ejemplo, hemos logrado reducir la tasa de deforestación en el país. Según la FAO, entre 1990 y 2000 se perdían en México 354 mil hectáreas de selvas y bosques al año; mientras que entre 2005 y 2010, según la propia FAO, este promedio se redujo a 155 mil hectáreas anuales; es decir, a menos de la mitad.
Además, hemos decretado más de 13 millones y medio de hectáreas como Áreas Naturales Protegidas, que equivalen al territorio del estado de Puebla, tan sólo en esta Administración. Y hoy, 13 por ciento del territorio nacional es Área Natural Protegida en México.
También, nuestro país fue el primero entre los países en desarrollo, en poner en marcha un Programa Especial Contra el Cambio Climático.
Estamos implementando una política integral, una política que abarca desde el ProÁrbol hasta la promoción de energía renovable, los programas de eficiencia y ahorro de energía, con beneficios no sólo ambientales, sino económicos, y no sólo para las empresas, sino para las familias y para el país.
Por ejemplo, el Programa de Sustitución de Lámparas Incandescentes por Focos Ahorradores, es el programa más grande del mundo en su tipo; o el Programa Cambia tu Viejo por uno Nuevo, es un programa que nos ha permitido sustituir ya un millón 300 mil refrigeradores y equipos de aire acondicionado, por equipos ahorradores de energía.
Hoy, el casi medio millón de hipotecas que otorga el INFONAVIT, por ejemplo, todas las hipotecas del INFONAVIT ya son Hipotecas Verdes; es decir, se destinan a casas que tienen equipos de ahorro de gas, de agua y de luz.
Este esfuerzo nos ha posicionado a nivel mundial como un referente en la lucha contra el cambio climático. México ha recibido, por ello, diversos premios por el desempeño ambiental.
Y como anfitriones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la COP16, que tuvimos en Cancún, facilitamos la adopción de importantes acuerdos.
En materia de límite al incremento de la temperatura global, una meta que se había buscado durante años por las naciones del mundo, a través del financiamiento de acciones de mitigación y adaptación, a través del financiamiento de acciones para reducir emisiones por deforestación y otros, que favorecen y ayudan particularmente a países en desarrollo.
Este renovado liderazgo de México en la arena internacional no se limita al cambio climático.
La crisis económica global es el otro gran desafío ante el cual hemos asumido también nuestra responsabilidad. En particular, México ha participado activamente en el G-20, el foro central de toma de decisiones económicas en todo el mundo.
Ahí hemos insistido en la reforma de las instituciones financieras internacionales y en dar el lugar que le corresponde a las economías emergentes. Este año, México asumirá la presidencia del G-20 y será la sede de su VII Cumbre.
Desde esa responsabilidad promoveremos medidas concretas para que las principales economías tomen acciones coordinadas, a fin de impulsar la reactivación económica y el empleo, a través del manejo responsable de las finanzas públicas.
Nuestros grandes desafíos exigen a los mexicanos que nos unamos para consolidar nuestras instituciones democráticas. La democracia es el camino para profundizar la transformación de México.
Debemos ver en ella el espacio idóneo para entablar un diálogo constructivo y llegar a los acuerdos que México necesita.
La democracia es el espacio para ese diálogo. En mi Gobierno, el diálogo con todos los actores sociales, el diálogo directo con ellos, el diálogo con los actores políticos ha tenido un papel fundamental para debatir ideas, para conocer razones, para exigir resultados, para construir nuevas soluciones.
Éste es un valor que nos enriquece como sociedad, y que debemos aquilatar y ensanchar en todo momento, y proteger hacia el futuro.
En el diálogo con la sociedad nos reconocemos todos como parte del mismo proyecto, que es México, y cada quien asume su responsabilidad.
Pero la democracia es una obra inconclusa, un sistema que debe estar en continuo perfeccionamiento. Hoy es claro, a mi juicio, que nuestra democracia no está ofreciendo los resultados que esperan los ciudadanos.
Existe una frustración, porque las fuerzas políticas no logran ponerse de acuerdo para solucionar los problemas del ciudadano, porque intereses particulares o de grupo frenan los cambios que benefician a la mayoría de la población.
Porque la política se torna o se reduce a un intercambio de acusaciones o reproches, sin un diálogo constructivo que genere resultados. Poco a poco se ha abierto una brecha  entre los ciudadanos y la política y, sencillamente, los ciudadanos no se sienten representados por sus políticos.
En la tarea de reducir la brecha que nos separa a los políticos de los ciudadanos, hay acciones urgentes qué emprender. Es indispensable que los actores políticos contribuyamos al fortalecimiento de las instituciones, en particular el fortalecimiento de las instituciones electorales de cara a los comicios del próximo año.
Entre las conquistas más preciadas de nuestra democracia está el Instituto Federal Electoral, una autoridad imparcial, avalada por todos los actores políticos, que es la piedra angular de nuestra democracia presente y futura.
Me preocupan sinceramente, sincera y respetuosamente lo digo, me preocupa que aún sigan vacantes tres cargos de Consejero Electoral, a pesar de que el plazo para su integración venció en noviembre del año pasado.
Por eso, hago un llamado respetuoso a la Cámara de Diputados para que, asumiendo, como lo han hecho en muchas ocasiones, la responsabilidad que confiere la Constitución, elija a los integrantes faltantes del Consejo General del IFE.
Es vital para el país, además, para los partidos y candidatos, para quienes busquen ser electos el próximo año, que la autoridad electoral esté debidamente integrada. Y algo muy importante, que cuente con el respaldo y con el reconocimiento de todos los actores y partidos políticos.
Fortalecer al IFE es garantizar la credibilidad, el talante y la fortaleza de nuestras instituciones democráticas.
Soy un hombre de ideas y de convicciones. Creo en la política y creo en los partidos. Y milito en uno de ellos, con cuyos principios y valores me identifico. Sin embargo, y lo quiero dejar bien claro, por encima de mis preferencias partidistas está mi convicción democrática y mi apego a la legalidad y al principio de preeminencia del interés nacional.
Por esas razones, de cara al proceso electoral de 2012, seré escrupuloso en la observancia de la ley, y haré lo que corresponde al Presidente para que la contienda se desarrolle en un ambiente de legalidad, de equidad y de imparcialidad.
Hoy tenemos que ir mucho más allá. Tenemos que dar el paso del sufragio efectivo a la democracia efectiva. Y, por eso, es fundamental que se retome el debate de la reforma política.
Es urgente construir nuevos puentes entre la ciudadanía y las instituciones representativas y el Gobierno; es necesario debatir la elección consecutiva de legisladores y de alcaldes, para darles más poder a los ciudadanos sobre sus representantes. Las candidaturas independientes, para ampliar la participación de los ciudadanos en elecciones; la iniciativa preferente, para que la pluralidad del Congreso no sea para nadie sinónimo de parálisis legislativa.
La Reforma Política, ya aprobada por el Senado de la República, es un paso de los muchos que debemos dar para construir un sistema político que responda de manera directa y eficaz a las demandas de los mexicanos. Que nuestras diferencias no se vuelvan un obstáculo para tomar las decisiones que nos permitan conducir a México a un mejor destino.
Mexicanas y mexicanos:
Sin pretender minimizar la gravedad del tema de la inseguridad, que sé que es el que más preocupa a los mexicanos, y sin dejar de reconocer que es mucho lo que falta por hacer en todos los ámbitos de la vida pública, es justo también decir, si se mira con objetividad, que México ha registrado importantes avances estos años. Cambios que verdaderamente apuntan hacia una transformación del país.
En materia social hemos alcanzado metas muy ambiciosas. Algunas de ellas están entre las más altas aspiraciones de cualquier Nación y quizá por sí solas serían mérito suficiente para cualquier Gobierno.
Alcanzar la cobertura universal de salud colocará a México a la vanguardia mundial en esta materia. Algo similar ocurre al tener ya asegurado un lugar en primaria para todos los niños entre los 6 y los 11 años, o el financiar y apoyar a tres millones de familias para que tengan un nuevo hogar.
Hemos construido más de mil hospitales y clínicas nuevas. Estamos a punto de llegar también a los mil nuevos bachilleratos que, junto con las casi 100 universidades, también nuevas, le están dando oportunidad de estudiar a millones de jóvenes. Todos ellos son logros singulares.
Como nunca antes, más mexicanas y mexicanos tienen acceso a la educación, a la salud, a la vivienda y a los servicios básicos.
Es cierto que nos tocó vivir la peor crisis económica que recuerden las generaciones presentes, y que esta situación internacional hizo que cayera el ingreso de las familias mexicanas, que aún no se recuperan de la severidad con la que fueron golpeadas por la crisis.
Pero es cierto, también, que hoy nuestra economía es más fuerte. Y mientras muchas naciones del mundo, aún naciones desarrolladas y poderosas, buscan dramáticamente evitar la insolvencia de sus finanzas, nuestra economía se recupera, con crecimiento, con baja inflación y con generación de empleos.
Hoy nuestros productores ganan mercados frente a sus competidores del mundo. Hoy nuestra infraestructura es más sólida, porque hemos invertido en ella más que nunca en la historia.
Además, el fortalecimiento de los programas sociales, aún en medio de la crisis, la disciplina en la conducción de la economía nos permitió evitar la quiebra económica que otros países están enfrentando y atenuar el gravísimo impacto que ha llevado a otras naciones a turbulencias sociales y políticas sin precedente, causadas, quizá, por los mismos factores que impactaron a México.
Estamos transformando a México en una economía moderna y competitiva. Lo estamos haciendo a través de reformas estructurales, de la apertura comercial, de la desregulación, a través de una apuesta clara por la inversión, la empresa y la competitividad; a través de la apertura de sectores, hasta ahora cerrados a nuevas inversiones. A través del acotamiento de prácticas monopólicas públicas y privadas; a través de la reducción de privilegios.
La suma de esfuerzos de todos los mexicanos ha permitido consolidar la estabilidad económica, fortalecer las finanzas públicas, ampliar la infraestructura y mejorar la calidad de nuestra fuerza laboral.
Nuestras exportaciones han crecido y la inversión ha seguido encontrando en México un destino atractivo, con la consecuente derrama de empleo.
Debe seguir México por la ruta de la competitividad, de la libertad económica; o bien, debe volver a formas en las que se protege a determinadas industrias, se cierran determinados mercados y se exacerba la intervención del Estado y el Gobierno en la economía.
Yo creo que la respuesta es clara: México debe seguir adelante con una economía de mercado, abierta y competitiva, generadora de empleos. Con una economía que compite y que gana en el mundo.
Y en materia social, también hay que seguir adelante, porque la única manera de erradicar la miseria y la pobreza extrema es, precisamente, brindarle un ingreso digno y directo a las familias más pobres, a través de transferencias, pero, también, a través de crecimiento económico, un crecimiento que sólo puede venir si modernizamos la economía.
Y, mientras tanto, mientras eso ocurre, es necesario sostener los apoyos a las familias más pobres, con los programas que tenemos, y al mismo tiempo abrir las puertas de la educación y la salud a sus hijos. Las puertas de la educación, de la salud y de la vivienda, que son las puertas, junto con el empleo, para salir de la pobreza. Esa es la única manera de vencer estructuralmente la pobreza extrema.
Todos estos elementos están haciendo de México un país más fuerte, que es una garantía de un futuro mejor.
Y también, debo reconocer, señoras y señores, que estos logros, que son de todos los mexicanos, simplemente se ven opacados ante la abrumadora preocupación que, con justa razón, todos sentimos por el tema de la inseguridad.
Nos tocó enfrentar en nuestro tiempo a un verdadero cáncer social: el crimen organizado y, además, en su etapa de expansión más violenta. Lo importante de esta situación, y lo digo con sinceridad,  es que lo estamos enfrentando, y lo estamos enfrentando con una estrategia integral para resolver el problema.
Desde luego, es válida la pregunta que mucha gente se hace: Y debe continuar esta lucha frontal contra los criminales o debe detenerse. Para mí, la respuesta es inequívoca: Esta lucha tiene que seguir. México debe seguir adelante.  Tenemos que seguir adelante, combatiendo a los criminales, y los vamos a derrotar.
En materia política, tenemos que seguir apostando por la democracia. México tiene que ser consciente de lo mucho que juntos hemos recorrido, más allá de las diferencias de partidos políticos, lo hemos hecho juntos.
El hecho es que logramos cambiar, entre todos, una sociedad autoritaria, represiva y de censura, por una sociedad abierta, plural y democrática. Tenemos que vencer los resabios de opacidad que siguen prevaleciendo en el país, y que permiten una corrupción que la gente ya no puede tolerar.
En la democracia, en la transparencia, también hay que seguir adelante. Tenemos que impulsar los cambios que nos permitan cerrar la brecha entre ciudadanía y política.
Necesitamos una democracia que ponga el énfasis, no en lo que queremos los políticos, sino en lo que quieren los ciudadanos. Y de ahí, la importancia de la aprobación de la Reforma Política.
Ya hemos hecho el esfuerzo más grande, el esfuerzo de reconocer nuestros problemas, de plantear estrategias, de hacerles frente y de avanzar hacia su solución. Ya iniciamos la transformación de México y debemos perseverar en ella.
Sé perfectamente que atravesamos por un momento de confusión y de tristeza, pero sé también que si perseveramos en lo que debemos hacer, estos momentos quedarán atrás y nos liberaremos de la esclavitud de la criminalidad, que nos amenaza y que es la que nos entristece.
Y sé también que a pesar de la gravedad del momento que vivimos, la hora más oscura, en la noche, es la que precede al amanecer.
Yo veo ese amanecer de un México nuevo. Veo a ese México que asoma en su gente. Lo veo en los jóvenes mexicanos que se preparan con tesón para ser los mejores ingenieros del mundo.
Lo veo en los más chicos, que se preparan y ganan los concursos mundiales de robótica. Y lo veo en los mayores, que ya diseñan los prototipos de la aeronáutica del futuro.
Lo veo en los empresarios, que después de muchos años de adversidad, hoy avanzan frente a sus competidores en todos los mercados del mundo y han convertido a México en un exportador más grande que todo el resto de América Latina junta.
Lo veo también con dolor y, al mismo tiempo, con esperanza, en los familiares de las víctimas del crimen, que nos enseñan a encontrar en cada una de esas víctimas a un ser humano y que se organizan en movimientos ciudadanos, que nos exigen con rigor a las autoridades que cumplamos con nuestro deber.
Lo veo en algunas policías que finalmente empiezan el largo camino de su reconstrucción y comienzan a actuar y a enfrentar, por su cuenta, a criminales a los que antes veían con temor e impotencia.
Lo veo en una sociedad que grita un Ya basta, sonoro y activo, y que es un clamor que todos sentimos.
Lo veo en nuestras Fuerzas Armadas, en nuestros jóvenes Agentes Federales, que cada vez que son atacados salen airosos y recuperan una parte de libertad, de seguridad y de dignidad que estaba en riesgo en algún rincón del país, y que perseveran en su misión hasta alcanzar la victoria.
Hay un México nuevo que viene y lo veo en sus comunidades indígenas, que educan a sus hijos y defienden su identidad y además se organizan para cuidar el bosque y vivir digna y sustentablemente de él.
Lo veo en las niñas y los niños que ensamblan orquestas y equipos deportivos; en nuestros jóvenes, que sin los complejos que lastraron a tantas generaciones, hoy se alzan como campeones del mundo.
Construir ese México ha sido nuestro ideal, es la razón de nuestros afanes y de nuestros esfuerzos. Ese México vendrá, amigas y amigos.
Y no tengo la menor duda de que será un México seguro, donde nuestras familias puedan vivir en paz, con la alegría de poder labrar su propio camino.
Un México próspero que compita abiertamente con el mundo y gane, y es capaz de generar los empleos que necesitamos.
Un México justo, donde habremos erradicado la pobreza extrema. Un México limpio, reconciliado con el medio ambiente. Un México democrático, donde los ciudadanos participan, los representantes rendimos cuentas, las contiendas electorales se deciden por las ideas y donde prevalece el voto libre, sobre todos los intereses que lo asedian.
Ese México vendrá.
Y lo que le pido a los mexicanos es perseverar, unidos, en el esfuerzo y en lo que a cada uno le corresponde.
Sé que lo vamos a lograr, porque México tiene todo para convertirse en la gran Nación que está llamada a ser.
Es en esta hora de prueba cuando los pueblos templan su carácter.
En nuestra historia, muchas han sido las adversidades y más grande ha sido el coraje del pueblo de México para superarlas.
Ésta no es la excepción. México saldrá adelante.
Sigamos adelante.
México saldrá adelante, por el legado de sus ancestros y por los sueños de sus hijos.
México saldrá adelante por la fuerza y la valentía de sus mujeres y hombres.
Con la fuerza de nuestra historia, con la determinación de construir una Patria mejor para nuestros hijos, sigamos adelante y llevemos a México al futuro.
Qué viva México.


Bien à vous,
Morgane BRAVO

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